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La decimatio era uno de los máximos castigos aplicados en el ejército romano. La palabra proviene del diezmado de tropas.[1] Se trataba de una medida excepcional que se solía aplicar en casos de extrema cobardía o amotinamiento.
El castigo consistía en aislar a la cohorte o cohortes seleccionadas de la legión amotinada y dividirla en grupos de diez soldados. Dentro de cada grupo se echaba a suertes quién debía ser castigado (independientemente de su rango dentro de la cohorte) y era elegido uno, el cual debía ser ejecutado por los nueve restantes, generalmente por lapidación o por golpes de vara.
Los supervivientes eran obligados a dormir fuera del campamento de su legión, hecho de gran peligro en época de guerra.[2]
Supuestamente, el castigo debía aleccionar a los soldados supervivientes y a las demás cohortes, pues la muerte podía llegar aleatoriamente, a manos de los propios compañeros, sin tener en cuenta rangos ni méritos anteriores. Sin embargo, más habitualmente, la decimatio rompía el espíritu de cuerpo y la unión entre compañeros de armas (ejecutores por sorteo de sus propios hermanos de armas), minando la confianza hacia los comandantes de las legiones que ordenaban tal castigo: el emperador bizantino Mauricio advertía contra los castigos arbitrarios en su obra sobre ciencia militar Strategikon, indicando que hacían más daño que beneficio a la moral de la tropa.
Actualmente el término «diezmar» se refiere a castigar un grupo aleatorio cuando los delincuentes son muchos o desconocidos; o también a la mortandad drástica de una población causada por una epidemia, un desastre, una guerra, la hambruna, etc.